Existe una gran variedad de razas de conejos que difieren en el peso, el color, el tipo de pelaje (estrechamente relacionado con su valor comercial).
La elección de la raza debe realizarse partiendo de la finalidad de la explotación (es decir, determinando, en un principio, si el producto a comercializar es la carne, el pelo o la piel).
A lo largo del siglo XX, se han realizado numerosos experimentos genéticos, mezclando distintas variedades e intentando conseguir otras nuevas, más convenientes para la cría controlada con fines comerciales. Estos cruces perseguían la fijación de mutaciones que , perfeccionando las razas, lograron obtener ejemplares de máxima calidad en cuanto al rendimiento comercial y reproductivo. En su gran mayoría, dieron resultado positivo. El ideal que se persigue es un máximo aprovechamiento tanto de la carne como del pelo y la piel. Algunas razas se distinguen por estos últimos y son explotadas con ese fin; pero, en general, los criaderos de conejos se especializan en los productos cárnicos.
Hagamos un repaso entonces de las características de las variedades más populares:
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